Las cagadas de los pájaros

«¿Dónde estará la maneta de la puerta?» Foto vista en Paranoias.es

Los pájaros son unos seres vivos hermosos, tienen el don de volar, flotan en el aire con gráciles movimientos y por si fuera poco son los descendientes que nos quedan de los dinosaurios. Pero los pájaros también tienen sus cosas malas y es que como todo el mundo, hasta como las tías buenas, también cagan. Sí, tienen la mala costumbre de comer con su hocico picudo y después de digerirlo todo convenientemente sueltan truños a distancia. ¿Por qué leches no se paran en el suelo y cagan en una esquinica? Pues porque su deporte preferido es cagarse en los coches.

Yo tengo una mala experiencia personal con el tema, todo hay que decirlo. Una mañana salía de casa para coger mi coche y al pararme delante de él tuve la visión de un cuadro modernista. Si lo hubiera llevado tal cual al MACBA como una alegoría de la tecnología y la mierda me lo hubieran aceptado. «Esta escultura representa los valores que nos induce la sociedad al hacernos consumir productos tecnológicos de mierda día a día para hacernos más y más consumistas… O sea.» Y con el nombre de Tecnomierda urbana hubiera sido un éxito. Si pones algo que diga urbana en cualquier obra de arte ya tienes la mitad hecha. Pero no lo hice, tenía prisa por irme y marché entre churretones pajariles en una bonita estampa.

¿Qué les hace a los pájaros tener tal visión sobre un único coche de toda la calle? Porque cuando me fijé en los demás vehículos aparcados por la misma calzada descubrí que el mío era el único que formaba un cuadro abstracto. ¿Van regidos por algún tipo de poder cósmico? ¿Hay alguien que es capaz de controlar sus intestinos y conseguir que caguen en el momento justo y todos a la vez? Yo me los imagino como en el anuncio aquél de coches en el que los pájaros, ataviados con gafas de pilotos de la Segunda Guerra Mundial, se abalanzaban sobre los coches nuevos para estrenarlos con gran fruición. Los veo con sonrisas malvadas, aguantándose los pedos para soltar la carga en el momento justo. Por cierto, ¿los pájaros se tiran pedos? ¿Hacen peo en vez de pío? Chiste de la tarde absurdo a la par que tonto, fíjate.

Ha llegado un punto de paranoía que ya no se va tranquilo por la calle. Palomas, gorriones y demás aves de ciudad nos acechan desde los cielos para atacarnos en el momento más adecuado. «Vosotros, pío (para que se vea que está pensando un pájaro), nos habéis quitado el hábitat, pío, pero ahora os machacaremos». Y hay gente incluso que cuando pasa por debajo de según qué árboles se pone casco en forma de escupidera por si las moscas. Es como la película de Hitchcock, los pájaros nos persiguen y, si quieren, somos pasto para ellos. ¿Tienes entrevista de trabajo y vas trajeado? Ellos lo saben. Chas, plof. ¿Has quedado con una chica guapa? Ellos lo saben. Fiiuu, plof plof plof. ¿Has mirado para arriba porque no te fías? Placa, en un ojo. «¡Por mirón!, ¡pío! ¡Que me estaba cambiando de plumas, que voy a esquiar!»

Los pájaros cagan en un público, pero también tienen su vergüenza. Quien más, quien menos, se lo ha encontrado. ¿Quién no ha sucumbido ante el terror que produce pasar por debajo de un pino en el que el suelo está literalmente cagado? En mi barrio hay un territorio comanche que si pisas esa zona durante veinte segundos la probabilidad de que te caiga un regalito del cielo es apróximadamente del 110%. La gente pasa por al lado mirando para arriba con caras de corderos degollados: «Ahora no eh, que tengo tres lavadoras haciéndose, por favó». Y pasan rápido haciendo eses para evitar posibles ataques escatológicos.

La ciudad es una jungla, sí. Y estos pájaros se han sabido adaptar a ella infundiéndonos el miedo a ir sucios con una gran capacidad de intimidación. Ni los leones, ni los osos, ni los tigres; lo que da miedo de verdad es un gorrión con gastroenteritis.

Bonus: Este será el próximo coche que me compre, sin duda.