Hacerse un chequeo médico

no es un médico que extiende cheques
Acabamos de entrar oficialmente en la época de resfriados por excelencia: el otoño. Venimos acostumbrados del calorcito veraniego y a la mínima que notamos algo de calor, nos confiamos y desprotegemos nuestras mangas. A los pocos minutos vuelve el frío y nos congelamos y las estalactitas comienzan a aparecer por las fosas nasales. El moco se ha apoderado de nuestra vida y de nuestras conversaciones. «Hola, ¿qué tal? ¿Cuánto tiempo, no?» «Snsniifrrrff Un goguento, seefessddfniiffff» Mala noche para intentar ligar.
Cuando pasan estas cosas puedes ir al médico, pero no vale realmente mucho la pena. Es un constipado básico y te darán hora para cuando tengas nietos. Que quieras que no, no está mal, si algún día se ponen malos tus nietos ya tienes fecha asegurada. Pero a veces, por una visita que pediste al médico cuando estabas malo y no anulaste, decides ir igualmente para hacerte una revisión. «Para un día que puede verme, que trabaje». Así que el médico procede a mirar que todo esté en su sitio. Como por ejemplo que no tengas un ojo en la oreja o el huevo izquierdo en el derecho. ¿Alguien notaría la diferencia?

Por ejemplo la auscultación. Que nadie se confunda con otras palabras. Que un tío una vez fue al médico y éste le dijo: «Póngase ahí, que voy a auscultarle» «¿Por qué? ¿Quién viene? ¿La poli?» La gente disléxica de oído no dominará el mundo, eso seguro. Total, el médico le hace levantarse y se pone en los oídos el estetoscopio. Alguno que otro se piensa que va a ponerse el iPod y dudan de la seriedad del médico. «Oiga, a escuchar música a su casa, cómo son los funcionarios, joder». El médico mira al cielo y llora por dentro, qué le vamos a hacer.
Entonces coloca la parte metálica del estetoscopio en el pecho o en la espalda del paciente y procede a oírle por dentro. No sin que antes el paciente haya dado un salto de lo frío que está el aparatejo. «¡Oiga! ¡Escuche música si quiere! ¡Pero no intente resfriarme de forma sutil!» El médico intenta no cortarse las venas y sigue escuchando los pulmones del susodicho: «Dale a tu cuerpooo alegría Macarenaaa que tu cuerpo e pa darleee alegría y cosaaa buenaaa» – empieza a oír el médico. «Oiga, usted tiene los pulmones un poco cogidos. Lo del pitidito se ha quedado en nada».

Cuando chequea el médico también hace otras cosas como por ejemplo comprobar los reflejos. Que es algo que sale siempre en las películas, pero que también se hace en la realidad. Para comprobar los reflejos lo que hacen no es chutarte penalties para ver cuantos paras. No. Ni tampoco es poner un salón de peluquería y mirar bien los reflejos del pelo y las mechas oishs. Tampoco. Ni ponerte delante de un espejo y comprobar que no eres un vampiro. Ni mucho menos. Comprobar los reflejos es, en resumen, darte un martillazo en un punto de la rodilla y que la pierna le dé una patada en los bemoles como respuesta. Golpe por golpe, tú.

Después de todo eso, el médico hace su valoración y si no ha habido más problemas y el agente de seguridad del ambulatorio no ha tenido que hacer acto de presencia, le da sus resultados y hasta otro ratito. Si hay algo que va mal, aparte de la cabeza de alguno de los pacientes anteriores, les mandarán a los correspondientes especialistas. Si todo va bien, andando y para casa. Que tiene que entrar el siguiente para sus cinco minutos correspondientes de chequeo exhaustivo…
Créditos de imágenes: La viñeta de la segunda imagen es originaria de este blog: [404] Las otras no lo sé.
1 respuesta
[…] así que lo llevaron al hospital para que lo viera un médico de verdad. También detuvieron a la enfermera que lo acompañaba, que al parecer estaba expectante de ver como mejoraba su largura. “Así […]