Conducir por el pueblo: El copiloto cansino

«¡Al menos yo hacía mi trabajo!»
En el mundo de los rallies existe la figura del copiloto por una razón fundamental: los tramos son muy largos y hay que apuntarse cómo son cada una de las curvas para poder ir a toda velocidad y aprovecharlas al máximo. Como uno no se imagina a un piloto de rallies mirando continuamente la libretita mientras va a 200 por hora por un caminito de cabras, existe un señor que habla raro que le va dictando las curvas continuamente. Como el ejemplo, por todos conocido, Luís Moya que le cantaba a Carlos Sainz las curvas cuando no se cagaba en su propia puta madre porque no podían arrancarlo. «¡Trata de arrancarlo – le decía a Carlos. Y lo entendió mal y arrancó de cuajo todas las piezas del motor. Así se pierde un Mundial.
Luís Moya en carrera decía cosas como «ojo derecha rrraassss, izquierda sassaaarrr, se cierra rasss ojo cuidao jabalí» Cosas así. Eso en su trabajo era normal porque le pagaban para que hiciera exactamente eso. Lo que uno no sabe es si lleva los gajes del oficio hasta los límites, y cuando va por ciudad y conduce su mujer hace exactamente lo mismo. «Ojo semáforo arrasss, cuidado no atropelles el niñooaarrrrrrrr, controldealcohelemiaaa sasssaaarrr» El divorcio estaría planeando por su vida a cada viaje al Ikea. Pues existe gente con el síndrome de Luís Moya y si se pone a tu lado mientras conduces… Te va a dar por saco hasta si un mosquito se estampa en el parabrisas. «¡No corras tanto que estás cometiendo asesinatos múltiples mosquitiles!» El horror.
Fundamentalmente hay tres tipos de personas que te dan la brasa mientras conduces: 
1) Tu madre
2) Tu novia/o
3) Un amigo que acaba de sacarse el carnet.
«Algunos copilotos querrían que las cosas fueran así»
La primera es porque está acostumbrada desde que eres pequeñín a decirte lo que tienes o no tienes que hacer. Con lo cual cuando se sube por primera vez al coche piensa que aún eres aquel niño de seis años que se cayó de la bici. 
«Ten cuidaito no te vayas a caer del coche» 
«Mamá, por favor, ¿cómo me voy a caer del coche?» 
«Cuidao por la derecha que estás mu cerca del bordillo»
«Mamá, por favooor»
«Cuidao, no corras tantooooo» – mientras se agarra con fuerza a las agarraderas de arriba, de la puerta y el salpicadero. Le salen tres manos.
«Muuaaahhahahahaha, ¡ahora mando yoooo!» 
Y multa por exceso de velocidad. Eso sí, la madre con síndrome de Luís Moya no habla en tres semanas del susto que lleva en el cuerpo. 
Tu pareja también puede ser una de las personas propensas al síndrome. Depende mucho, o bien del grado de posesión que crea que tiene sobre ti, de manera que le sale el estilo madre; o bien, por machismo en caso de que seas una mujer conductora. Muchos hombres creen que las mujeres tienen un problema a la hora de conducir y ponen a sus novias nerviosas mientras ellas conducen. En general, van completamente cagados:
– «A este paso nos van a adelantar los caracoles» 
– «Uyyuyuyyyuuyyy ¿qué haces? ¡El bordillo que te lo comm..!» PUM. «Te lo comiste» 
– «Cómo sigas alargando así las marchas el coche chupa más»
Muchas lo que hacen es terminar vengándose en la cama
– «¿Ya está? ¿Dónde vas tan rápido? ¡Ya podrías ser un caracol!» 
– «Uyyuyyuyyy qué haces por ahí noooo, que ese agujero es solo de salidaaaa» 
– «¿Que te chupe qué?»
La típica lucha diaria entre hombre y mujer.
Pero el peor caso del copiloto cansino es ese amigo que se acaba de sacar el carnet de conducir y cree que lo sabe todo. 
«¿No tendrías que haber cambiado ya a tercera?»
«Las rotondas, no se cogen así, se entra en segunda y se va por el exterior»
«¿Por qué no coges el volante con las dos manos?»
Para colmo estiran el cuello por la ventana para ver si viene alguien en cualquier cruce y te da el paso: «Ya puedes pasar, no viene nadie». No te deja ni mirar. Creen que el carnet les ha dado poderes de profesor de autoescuela. «Aparque cuando pueda, está usted suspendido» – terminan diciéndote. De ahí que lleven una L puesta. De Lata. La lata que dan. Cansinos.
Eso sí, como en todo, la venganza se sirve en plato muy frío. Y cuando cualquiera de estos copilotos cansinos cogen el coche llega el momento de la venganza. Hay múltiples maneras de hacerlo: Por ejemplo, cambiando las canciones de la radio hasta que suene Camela, ponerlo a todo trapo y abrir la ventanilla (no olvidar nunca de llevar tapones en el oído cuando hagáis esto). Mirará vergonzoso hacia adelante. O bien hacerle pasar más vergüenza gritando socorro por la ventanilla. Pero la mejor manera es repetirle una y cada una de sus frases y que se dé cuenta por sí mismo de lo molesto que es un copiloto cansino. Así, y solo así, lo dejará de hacer de una vez. Y no dirá nada mientras conduces. Y esa pobre señora mayor que cruzaba lentamente será la mayor damnificada. Oh.

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