Un día de pesca


Siempre he admirado a la gente que va de pesca. Hacen gala de una paciencia que no tiene límites. Llegan a la playa con su caña de pescar, su cestillo, colocan la caña, la tiran al mar, se duermen y vuelven a casa como llegaron. Sí, alguno pesca algo sí. Una bota, una compresa, un pescador que se llevó una ola… No, en serio. Alguno pesca peces. Sin ir más lejos yo el otro día fui en busca de ese peligro extremo que es la pesca. Quería saborear en mi propia piel el sabor del riesgo, me lancé a la playa; cogí mi caña, le di un trago; luego cogí la caña de pescar; mi anzuelo; y ¡a por ellos! Nunca creí que la cosa acabaría como acabó.


Encontré un huequecito en la playa a eso de las ocho de la tarde y preparé todos mis elementos pesqueros. Mi silla plegable, mi cestillo y me preparé a lanzar la caña. La primera vez parece fácil lo de lanzar la caña. Casi cincuenta metros conseguí. «¡Es mi record!» grité emocionado. Un hombre de al lado me tocó el hombro y me dijo: «Así no hijo, así no» Así pues, después de la primera intentona lancé bien la caña; eso sí, empapado por tener que ir a buscarla al mar. Me armé de paciencia y me senté a la espera de que algún especímen acuático picara. Al cabo de diez minutos la caña empezó a tensarse y la agarré con todas mis fuerzas. «¡Sí que tira el pez! ¿Quién hay ahí dentro? ¿Hulk Hogan?» Llamé a todos los pescadores y entre todos tiramos. «¡Aaauu!» Al estilo 300 pero vestidos. Y lo conseguimos. Una preciosa ballena salió a la orilla.


¡Había pescado una ballena de tres toneladas! Así a ojo, que la quisimos poner en una balanza, pero ésta gritó piedad. Nunca había visto una balanza gritar de esa manera. El problema de pescar una ballena es el transporte para casa. A ver cómo la metes en el cestito, yo no venía preparado para pescar ballenas de tres toneladas. Así que decidí atarle una cuerda y arrastrarla para casa. Cuando cogí la cuerda y me dispuse a tirar alguien me gritó: «¡Tío! ¡No le des tanto de comer al perro que mira como se te ha puesto!» Y otro más: «No, si cuando no quieren moverse no hay manera». La ballena, por pena, empezó a arrastrarse como pudo para venirse conmigo.


Visto lo visto, vi que la cosa no iba a funcionar muy bien. Así que llamé por teléfono a una empresa que alquila trailers por horas para que me ayudase a arrastrar la ballena a casa. Mientras venía el trailer empecé a pensar. «Ahora como se lo explico a mi madre, ella que siempre me ha dicho que no lleve mascotas a casa». Siempre me decía: «Hijo mío, no me traigas ballenas a casa, te lo tengo dicho». Pero era simpática y le había cogido cariño. Tenía un barreño en casa en el que podía hacerle un hueco si fuera necesario. Y es que tal y como se estaba portando no era para hacer filetes de ella, aunque con eso tendríamos para comer para todo el año. «Filete de ballena al ajillo, ballena al pil pil, ballena a la plancha, helado de ballena, ballena con whisky» Para todo, pero ahora la veía de otra forma.


Y por fin llegó el trailer. La atamos como pudimos a la parte trasera y arrancamos el trailer. La gente miraba por la calle: «¡Anda! ¡Una ballena atada a un trailer!» Y la ballena saludaba a los viandantes. «Adióos» decía. Me sorprendí por un momento, porque jamás había visto una ballena que hablase, pero qué leches, tampoco había visto una ballena que no hablase. Le íbamos echando agua con una manguerita para que no se nos pusiera mala o algo. Se le veía feliz al fin y al cabo. Media hora después, llegamos a casa.


Los gritos de mi madre se oyeron en Cincinatti. «No teníamos suficiente con el gato, que ahora traes una ballena» gritó desconsolada. La verdad es que en la casa no había sitio para la ballena, así que decidimos mudarnos… Y dejar a la ballena en casa. Vivía como una reina, no le faltaba de nada. Se ponía el dvd y le gustaba ver Liberad a Willy, Flipper y todas estas pelis. A pesar de que tenía todas las comodidades le empezó a entrar la morriña del mar. Además los vecinos empezaron a ponerse pesados, que si la ballena se cargaba el ascensor cuando bajaba a dar una vuelta, que si ya no saludaba, que si a los niños les echaba agua por el agujerito… En fin, los vecinos, ya sabéis como son.


Entre una cosa y otra decidimos que lo mejor era devolverla al mar. A ella le había gustado lo de ver la tele y eso, que quieras que no engancha; pero el mar le tiraba y montamos el dispositivo de emergencia de vuelta al mar. Trajimos el trailer porque yo en brazos no la podía llevar y la llevamos de vuelta. Lloramos en la despedida y me dijo que otro día que me aburriese que la pescase otra vez. Que quería leerse Moby Dick que se la había dejado a medias. Seguidamente abandoné la playa con agujetas en los hombros y en la espalda. Para que luego digan que ir de pesca no tiene riesgo.

6 Respuestas

  1. Jean Bedel dice:

    Yo, como buen urbanita que soy, en mi vida he ido de pesca. No se si me estoy perdiendo algo interesante o aburrido. Supongo que algún día lo descubriré.

  2. Boro dice:

    Esto da para una saga de peliculas. (¡Ríete tú del Señor de los Anillos!)

    Pero a lo español, con tetas de Maribel Verdú y esas cosas. xDDDD

    *Dando los últimos repasos a las malditas funciones…Quizá mañana ocurra tenga suerte y se me aparezca la virgen*

  3. Anonymous dice:

    Fui dos veces de pesca, por supuesto que hace mas de una decada, y no soy viejo maldita sea xD, la primera vez termine cazando mariposas con un amigo y hermanos, fue lo mas cercano a lo afeminado sin regresos junto con ver «pequeño pony» (excelente pelicula por cierto).
    La segunda es una anecdota invisible diria, si existe tal cosa claro, no recuerdo nada mas que estar instalado y ver a mi viejo muy entusiasmado, espero por su bien que la haya pasado bien, porque no recuerdo nada. Quiza nos fuimos de parranda y por eso no recuerdo xDD.

    PD:Menos mal que no pescaste un pulpo xDDDDD

    Juan L.

  4. morri dice:

    Jean Bedel: Cuando pesques una ballena como yo te darás cuenta de lo que te estás perdiendo. Un mundo de nuevas sensaciones.

    Boro: Sí, en vez de pescar una ballena, pesco a Maribel Verdú en pelotas vestida de libertaria en plena guerra civil. Y ya tengo peli española.

    Juan L: Pescar borracho siempre tiene su punto. Pulpos no quedan en el mar, se los quedó el follapulpos todos y los tiene en casa.

  5. Nissae dice:

    Propongo que despues de linchar al tio del anuncio de Mediamark vayamos todos a liberar los cepos vivos que hay en latitas en máquinas de cocacola.

  6. morri dice:

    Nissae: Sí, ¡a por los cepos! Emm, sí, podéis ponerle ya la camisa de fuerza. Con cuidado eh, sí, ahí. Muy bien.

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