La edad para entrar en las discotecas


A mis veinticuatro años las probabilidades de que me pidan el carnet de identidad en una discoteca son bastante escasas. A pesar de eso y de mi altura tengo tendencia a aparentar menos edad de la que tengo. Algunos pueden considerar que tengo cara de niño o de más joven. Yo simplemente lo llamo buena conservación. Para que luego digan que los baños de formol no son útiles.


Los seguratas, esos seres de los que ya hablé en su momento, a veces se confunden y me piden el DNI aunque cada vez pasa menos. Los seguratas son unas personas importantes para la seguridad de una discoteca, siempre y cuando sean eficientes. Como en Razzmatazz que cuando te vas a sentar en un sitio que no debes aparecen de la nada y te dicen que ahí no puedes. Parecen los agentes de Matrix, que se meten en el cuerpo de otros y ya están delante tuyo. Qué eficiencia madre mía.


No todos son así. Cuando vas a entrar en la discoteca siempre hay alguno que además de ser juez y parte en el gusto de vestir te calcula la edad a ojo y te pide el carnet. Para lo de vestir algunos han tenido un cruce de cables y algunos chips han saltado volando de su cerebro al ver alguna de las nuevas modas. Iros a una discoteca popera y después de ver a la mitad de la gente con unas bambas Victoria (no sé qué hago que de todo de lo que hablo se vuelve a poner de moda) con punta blanca hay seguratas que han sufrido desmayos masivos. Bueno, seguratas y lo que no son seguratas, todo hay que decirlo.


Pues bien, ellos hacen un esfuerzo mental y te calculan la edad. Para las mujeres lo tienen fácil. Ellos basan la edad de una mujer en el tamaño pectoral de la susodicha. Mientras más tetas más años. El tamaño del escote también es proporcional y siguiendo esa máxima sólo te pedirán el carnet en caso de no tener el canalillo adecuado o bien una vestimenta provocativa. De ahí a que haya chicas con veinte años o más que les pidan el DNI mientras niñas tetudas de quince años con la linea de moda «la-pequeña-furcia» campan a sus anchas por la pista de baile.


Si eres chico la cosa se complica. Ya es según lo bien que le caigas al segurata de turno o lo mucho que lo mires. Si eres gay y te mola el segurata te pedirán el carnet fijo. Cuando la gente es joven y tiene la edad de dieciséis o diecisiete años y la edad mental de los doce lo más normal es que se te ocurran ideas de bombero para demostrar tu edad adulta. Ya ves al segurata pedirte el carnet y soltar: «¡Mira si tengo la edad que tengo los huevos más negros que los de un grillo!» Y ala, a bajarse los pantalones delante de la entrada de la discoteca. Sí señor. Delante de un segurata no dejaría una parte tan sensible al dolor como esa sin ninguna ropa con la que cubrirte… Pero allá cada cual con sus métodos.



Lo mejor para entrar en una discoteca tengas o no la edad es decirles una edad mucho más mayor de la que piden. A mí me ha pasado sin necesidad de mentir. Intentaba entrar en una discoteca y el segurata me paró dandome un pequeño golpe en el pecho. Después de comentarle si se había hecho daño en el brazo mientras contenía las lágrimas me dijo: «¿Tienes el carnet?» Y yo mientras sacaba el carnet dije: «Tengo 24 años» Y ni siquiera lo miró. Pero hay una razón básica para eso. Algunos no quieren quedar en ridículo.


Hay dos tipos de seguratas, los que miran el carnet por delante y los que lo miran por detrás. Yo no es que tenga nada en contra de esos trabajadores de la noche, pero algunos no suelen mostrar grandes dotes de velocidad cerebral. Te piden el carnet y se lo das. Lo miran por delante y no sé que pretenden. ¿Adivinar si ha pasado suficiente tiempo entre la foto y tu cara actual? ¿Reirse del jeto que pusiste para el carnet? Porque está claro, ya puedes ser Beckham que en la foto de carnet sales feo igual. ¿Mirar si tu firma es bonita? Porque la edad, así a bote pronto mirando el carnet de frente no se puede calcular. Aún así, como no quieren quedar mal y no encuentran tu fecha de nacimiento, te dejan pasar.


Los que lo miran por detrás tienen algo más de mérito, saben que existe el reverso. El problema básico es otro, a los seguratas no se les da bien las matemáticas. Qué se le va a hacer, quizá son de letras, yo que sé. Se quedan tres horas mirando el carnet y los ves contando con los dedos: «A ver 83 si estamos en 2007 me llevo una y cuento cuatro y la edad concreta es… Espera, espera, si las decenas son ocho y las unidades, cojo el saquito y joder, como iba esto. Eeemm, pasa pasa». Y es que los creadores de DNI’s los hicieron a mala leche. Mira que poner la fecha de nacimiento en vez de una pantallita LCD en la que se fuera actualizando la edad a cada año. Joder, que la tecnología ahora hace maravillas y evitarían esos problemas a a la hora de entrar.


De esta forma ahora mismo ya sabréis como clasificar a vuestro segurata preferido y a poder evitar esos magníficos controles a la entrada de una discoteca. Sino siempre podéis utilizar aquella técnica magnífica que ya usó el genial Agustín Jiménez en su monólogo del macho español. Te pones delante del segurata y le dices: «¿Cómo son las uvas así como secas? ¿Sabes? ¿Que están así marroncillas y secas y…?» «Pasas» «Vale, pues vamos pa’dentro» Y a pasarlo bien oigan.

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